Tuesday, December 12, 2006

Traduccions de Brasil 9 (Correr, de Fernanda Young)

Corro porque soy kantiana. No sigo los instintos de mi naturaleza; al contrario, me vuelvo aquello que no soy por una razón mayor. Procuro controlar mis defectos, y la pereza es el mayor de ellos. Sería totalmente perezosa, pero no lo soy.

Otro motivo es que soy triste. Pero no puedo estar triste, ya que debo, a mi obra, cierto discernimiento, y a mis hijas, la fuerza para criarlas fuertes. Así que corro también porque si no lo hiciera me pondría a llorar, reclamar sin hacer nada y fumar mil cigarros.

Dicen que quienes, como yo, tienen la luna en Piscis, tienen tendencia al vicio. Corro, por lo tanto, para huir de la caída en la autodestrucción, porque no existe química mejor contra la depresión que la endorfina.

Correr es, así, mi remedio. Mi meditación. Corriendo sola, estoy en la mejor compañía. Hace más de diez años que soy fiel a esta rutina. Cogí una sesamoiditis crónica, pero tengo un buen podólogo y plantillas especiales.

Dicen los envidiosos que correr envejece. Bien: el tiempo envejece. Y yo prefiero enfrentarlo en la mejor forma. Nunca he sido bonita, y, corriendo, jamás me volveré fea.

Algunos dicen que correr es una moda urbana. No lo creo, si no no me hubiera vuelto adepta. Repudio las cosas “in”.

Y, como tampoco soy dada a lo colectivo, ni siquiera acostumbro a correr en grupo.

Incluso en las corridas en las que a veces participo, si no voy sola, voy con un amigo silencioso.

Corro, por encima de todo, porque me gusta. A veces, casi llego a llorar, tamaña es la emoción. La sensación es de dejar atrás lo que fui –mi pasado es un residuo que defiendo, pero no cargo–; y mi cuerpo lo agradece, renovado. Los músculos a punto para defenderme, o defender a aquellos que precisen de mí.

Y, claro, corro porque puedo. Se lo agradezco a mis buenas rodillas, que me sustentan sin reclamar. Tengo mis métodos, mis cuidados, mis rutas preferidas. Pongo lo mejor de mí en este proyecto, porque dependo de él para vivir. Porque corro, dejé de fumar. Porque corro, me alimento mejor. Porque corro, no pierdo los viernes en tonterías. Adoro correr los sábados.

Para terminar, corro para no ofrecer un perfil obvio. Ya que correr, en mi caso, es prácticamente una contradicción. Sin embargo insisto en ello, encarándolo como una manifestación política; tal vez más significativa que votar.

Corro, por esta causa, con toda la elegancia y la humildad. Aprendiendo a cuidar bien de este cuerpo que Dios habita.

Finalmente, corro porque me gusta ver a la gente corriendo, y quiero que mis hijas sepan que somos capaces de cambiar. Y porque no aguanto hacer régimen. Es eso: me encanta comer pizza por la noche.

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