Thursday, September 04, 2008

Mis problemas con la natación

(Este post no tiene nada que ver con Brasil ni con Dublín.)

Desde los 14 hasta los 18 años nadé. Según mi traumatólogo, Dr. Segura, que era contra el uso de fajas, nadar era el único ejercicio que podía hacer que mi escoliosis no se agravara. Tenía, según él, que nadar hasta que terminara mi crecimiento (el crecimiento termina a diferentes edades: puede saberse que alguien ya no crecerá en altura - con una simple radiografía - según la forma de no sé qué hueso de la base de la columna - sacro?). Hasta los 14 nadé en el Colegio Padre Manyanet, de mi barrio. Pero la profesora decía que nadaba poco y lento, así que, confabulada con mi médico, me mandó a nadar a la Piscina Olímpica de Montjuïc (que entonces no era olímpica, pues estoy hablando de antes de los Juegos; era de dimensiones olímpicas, es decir, de 50 metros, no como la del Manyanet y la mayoría de piscinas, que son de 25). Hacía algunos años que el Acuario de Barcelona había quedado pequeño (en realidad, toda Barcelona era un pequeño desastre antes del 92), y el ayuntamiento había trasladado algunos peces grandes a la Piscina Picornell (después, Piscina Olímpica). En esa piscina, en esa época, se hizo entrenar por fuerza a los a los mejores waterpolistas catalanes (y a algunos nadadores profesionales; pero Catalunya nunca fue buena en natación). Y ahí es donde yo nadé, durante cuatro años, de lunes a viernes, tan rápido como nunca he vuelto a nadar. En esa piscina, con esos peces, no había otra opción. (La táctica para que no se acercaran era gritar debajo del agua; no me lo enseñaron, lo aprendí en un manual de la Marina de EE UU.) Pero el tratamiento - sádico - no dio resultado. Esos años de natación forzada me dejaron las espaldas anchas (en sentido literal, no figurado: tengo poca paciencia) para toda la vida pero no hicieron que mi escoliosis dejara de crecer. Es decir, dejó de crecer cuando yo dejé de crecer. Cuando tenía 18 años y mi escoliosis 40º. Entonces, sólo entonces, cuando aquel hueso cuyo nombre no sé ya se había cerrado y yo no había de crecer más en centímetros, pude volver al Padre Manyanet. Pero ya no quise saber nada de la tranquila piscina de 25 metros: fui directamente a la pista de condicionamiento físico, donde Iván, el profesor, fue siempre muy amable conmigo y me trató mucho mejor que los profesores de natación que he tenido. La foto de la Piscina Olímpica es de mi hermano Ramon (que nunca nadó: él jugaba a baloncesto).


Wikipedia



Ramon Cardús

3 comments:

Anonymous said...

chula la piscina, sr. ballena!
queria decir que sho pienso que hay otra manera de ver si vas a crescer o no. Puedés sacar radiografias de las caderas o del antebrazo porque hay una parte con cartilages... Si queda blanco, no vas a crescer más porque el tejido ya está solidificado. Si ves como oscuro, seguro vas a crescer algo más.
sho desde siempre sabía que no iba pasar del 1,60m, pero fue a un médico una vez esperando escuchar otra cosa. Y no la escuché. jajaja

Roger said...

Sí, tienes razón, es que creo que lo que se mira son las caderas, y no un hueso de la columna...

Y otra cosa, bajita: lo que había en la piscina eran tiburones, no ballenas!

Anonymous said...

pues sho vi, señor. todavia, creo que es mejor llamarte de ballena que tiburón, no??

banda sonora:
ahí está
el tiburón
(sabés???)