Wednesday, April 04, 2007

Traduccions de Brasil 19 (Ai de ti, Copacabana, de Rubem Braga)

1. Ay de ti, Copacabana, porque ya di la señal clara de que ha llegado la víspera de tu día, y no la viste; pero mi voz penetrará hasta tus entrañas.
2. Ay de ti, Copacabana, porque a ti te llamaron Princesa del Mar, y ciñeron tu frente con una corona de mentiras; y diste carcajadas ebrias y vanas en el seno de la noche.
3. Ya moví el mar de un lado y de otro, y sus olas tomaron Leme y Arpoador, y tú no viste la señal; estás perdida y ciega en medio de tus iniquidades y de tu malicia.
4. Sin Leme, ¿quién te gobernará? Fuiste inicua delante del océano, y el océano mandará sobre ti la multitud de sus olas.
5. Grandes son tus edificios de hormigón, y se yerguen delante del mar como una muralla desafiante; pero serán abatidos.
6. Y los oscuros peces nadarán en tus calles y la fétida marea cubrirá tu faz; y el septentrión lanzará las olas sobre ti en un rehervir de espuma cual rebaño de carneros en pánico, hasta morder la base de tus cerros; y todas las murallas caerán.
7. Y los pulpos habitarán tus sótanos y las negras jamantas tus tiendas de decoración; y los meros se ocultarán en tus galerías, desde Menescal hasta Alaska.
8. ¿Quién entonces especulará con el metro cuadrado de tu terreno? Si en realidad no habrá terreno alguno.
9. Ay de aquellos que duermen en lechos de marfil en las habitaciones refrigeradas y desprecian el viento y el aire del Señor, y no obedecen la ley del verano.
10. Ay de aquellos que pasan con sus cadillacs tocando la bocina, pues no tendrán tanta prisa cuando vean enfrente la hora de la prueba.
11. Tus doncellas se tienden en la arena y pasan por su cuerpo óleos odoríferos para tostar la tez, y tus mancebos hacen de las motos instrumentos de concupiscencia.
12. Ululad, mancebos, y clamad, mocitas, y bambolearos en la ceniza, porque ya se cumplieron vuestros días, y yo os quebrantaré.
13. Ay de ti, Copacabana, porque los abadejos y las garopas estarán en los fosos de los ascensores, y los niños del cerro, cuando llegue el tiempo de las sardinas, lanzarán atarrayas al Canal de Cantagalo; o lanzarán sus hilos desde los altos del cerro de Babilônia.
14. Y los pequeños peces que habitan los acuarios de vidrio serán liberados por todas las generaciones.
15. ¿Por qué rezáis en vuestros templos, fariseos de Copacabana, y lleváis flores a Yemanjá en medio de la noche? ¿Acaso no conozco la multitud de vuestros pecados?
16. Antes de perderte agravaré tu demencia -¡ay de ti, Copacabana! Los gentíos de tus morros bajarán ululando sobre ti, y los cañones de tu propio Fuerte se volverán contra tu cuerpo, y tronarán; pero el agua salada llevará milenios para lavar tus pecados de un sólo verano.
17. Y tú, Oscar, hijo de Ornstein, escucha mi orden: reserva para Yemanjá los más espaciosos aposentos de tu palacio, porque allí, entre algas, ella habitará.
18. Y en el Petit Club los calamares comerán cabezas de hombre fritas en su cáscara; y Sacha, el hombre rana, tocará el piano submarino para los fantasmas de las mujeres silenciosas y verdes, cuyos nombres estuvieron muchos años en las columnas de los cronistas, en el tiempo en que había columnas y había cronistas.
19. Pues grande fue tu vanidad, Copacabana, y hondas fueron tus heridas; ya se incendió el Vogue, y no viste la señal, y ya mandé tragar las arenas de Leme y todavía no ves la señal. Pues el fuego y el agua te consumirán.
20. La rapiña de tus mercaderes y la libación de tus perdidos; y la ostentación de la hetaria del Puesto Cinco, en cuyos diamantes se coagularon las lágrimas de mil niñas miserables -todo pasará.
21. Así cual oscuro alfanje la aleta de los inmensos cazones pasará al lado de tus antenas de televisión; aunque muchos peces morirán al bañarse en el whisky falso de tus bares.
22. Píntate cual mujer pública y ponte todas tus joyas, y aviva el barniz de tus uñas y canta tu última canción pecaminosa, pues ya es tarde para plegarias; y que se estremezca tu cuerpo fino y lleno de máculas, desde el edificio Olinda hasta la sede de los Marimbás porque es sobre él que va mi furia, y lo destruirá. Canta tu última canción, Copacabana.


Río, enero, 1958

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