Sunday, April 01, 2007

Madame Rucki, el mundo de la moda y la gente rica

(Traducción de parte de un reportaje escrito por Mônica Bergamo en la Folha de São Paulo.)

Pedro Lourenço se coloca los auriculares para oír la traducción, Reinaldo Lourenço toma notas en una libretita, André Lima levanta la mano para hacer una pregunta. Son las cinco de la tarde del martes y los estilistas del primer equipo de la moda nacional están en un aula escuchando los consejos de la francesa Marie Rucki, directora del Studio Berçot, una de las más importantes escuelas de moda del mundo. Madame Rucki pasó una semana en Brasil para dar conferencias en el centro comercial Iguatemi y un curso intensivo en la Escuela São Paulo. La agenda para los alumnos: recherche de moda, creación de una colección y -tarea sorpresa- compras en la calle 25 de Marzo.

¿¿¿Veinticinco de Marzo??? "Es la Meca de los estilistas", dice Rucki, que fue profesora de nombres como Christian Lacroix, Jefferson Kulig y Lorenzo Merlino. "Id allá, comprad 10 cm de tejido. Ni más ni menos." El grupo -casi 40 alumnos que pagaron 2.900 reales por el curso- tuerce la nariz. "¿Tiene que ser en la 25?", pregunta André Lima. "Sí. Es barato. Detesto gastar", dice Rucki, que viste una tiara roja de la marca italiana Miu Miu y un vestido comprado en unos grandes almacenes franceses (ella ciertamente no gastaría un duro en las caras creaciones de sus alumnos brasileños). "Personal, ésta no sabe como tengo la agenda", se queja Natalia Klein, heredera de las Casas Bahia y dueña de la NK Store. "Veré si consigo ir, pero no lo garantizo."

"Un estilista tiene que ver cosas bonitas", dice Madame Rucki a esta reportera. "En Brasil, no las he visto. Todos los días, cuando llego al centro comercial [Iguatemi], veo esa decoración tan horrible, con conejos gigantes. Es un insulto." Por la tarde, pasa del centro comercial a la calle Oscar Freire -"la calle esnob de São Paulo"-, donde da el curso. "No lo vale, no lo vale, no lo vale", repite, cuando la actriz Tuna Dwek, su traductora en SP, le informa de los precios (en dólares) de los vestidos de los escaparates. Pasa por tiendas como Isabela Capeto, Maria Bonita, Cori, Melissa y... ¡basta! Pide que la lleven a una tienda de la red Marisa, allí cerca, en la calle Augusta. "¡Es mejor que Fendi!", dice, sujetando un vestido de viscolycra de 59,90 reales. Y sigue hasta la caja de la tienda popular. "No es importante si está bien hecho o no. Hace calor y necesito algo ligero."

"Los brasileños son muy elegantes. No comen mucho y, por eso, son naturalmente delgados. Son pobres y visten sólo lo indispensable", considera Rucki, tras las compras en Marisa. "El 'nouveau riche' es el que es gordo y siempre feo. Es demasiado estúpido para ser elegante", dice.

"¿Lula no es el nombre del presidente?", pregunta, apuntando un plato de la carta del restaurante del hotel Emiliano. "Así es. Pero también es un fruto del mar", explica Tuna. "¡Qué divertido! Brasil es divertido." Y continúa: "Las mujeres brasileñas son lindas, mucho más que las francesas. Son mestizas, tienen las piernas largas y los dientes bonitos".

Por la tarde del día siguiente, miércoles, un grupo encogido -poco más de la mitad de los 40 alumnos brasileños de Madame Rucki- aparece para ir a la calle 25 de Marzo. "Un estilista es una mente inquieta."

Los vendedores ambulantes se aglomeran alrededor del grupo. "¿Es la reina de Inglaterra, verdad?", pregunta uno de ellos. Madame Rucki, seca, grita al grupo: "¡Muévanse!". Y desaparece entre las tiendas de tejidos. "J'adore, j'adore", dice, sujetando un pedazo de indiana. En otra tienda compra dos toallas de baño a 13,90 reales cada una, para regalar a amigos. Luego compra algodón para bordar -9,90 reales el metro- y se sienta en un bar. "¡Qué calor hace!", dice, tomando agua con una pajita, al lado de la modelo y estilista Chiara Gadaleta. "Esa cosa de querer ser estilista por el glamour tiene corta vida. No se escoge ser estilista. Se es o no se es", dice Chiara, que estudió en el Studio Berçot en 1997. Allí, el curso que da la especialista llega a valer 8.000 euros y dura dos años. "La selección es muy dura. Madame es realista. No anima a quien no tiene talento."

El grupo que asiste a la conferencia en el centro comercial Iguatemi llega a 300 personas. Es gente "in", como Patricia Gasparian, nuera de Carlos Jereissati, presidente del centro comercial. "Ay, estoy muerta de sueño", dice, al acabar la conferencia. "Adoro ir a cursos. Lo encuentro súuuuperinteresante. Ya he ido a cursos de business, arquitectura, psicología...", dice. "En realidad, mi mente está sieeeempre trabajando."

Otra asistente a la conferencia, Carla Barros, se prepara para abrir una tienda en el centro comercial. "Estoy aprendiendo a ver tendencias para mi tienda, totalmente de lujo", dice. "Pero estoy de acuerdo con Madame: es posible entrar en C&A y salir bien vestido." ¿Y ella qué lleva puesto? "Tejanos Daslu, bolso Balenciaga y una camisa de una marca cualquiera. La etiqueta no importa, o sea." Dentro de la sala de conferencias, Madame Rucki repite: "La moda no es para gente rica. No lo es. Es para quien sabe inventar personajes. Estoy harta de moda, de quien hace cualquier cosa y dice que es moda. Espero que alguien me sorprenda".

1 comment:

Anonymous said...

Bah, essa mulher precisa me conhecer. E precisa parar de usar meia enroladinha cor da pele com sapato.